Tomás José Sanabria, arquitecto. 24 de Enero del 2000. Publicado en “El Nacional” el 31 Enero 2000.
El trágico momento que vivimos y el tremendo reto por vencer que tenemos al frente, me pide hacer público esta protesta que llevo por dentro.
Cualquier crítico o persona sensata que visite a Caracas diría que los arquitectos venezolanos padecemos del virus de las modas, yo estaría desgraciadamente de acuerdo, y agregaría que estamos actuando tal cual como los que diseñan los automóviles, cada año tienen que llamar la atención con algo nuevo, los edificios se aíslan mas y mas del contexto urbano, nada tienen que ver con la ciudad pero si con la arrogancia. La inspiración básica es el adorno, cada vez llaman más la atención (tal como las luces traseras de los autos de hoy en día).
Basta caminar las calles de nuestras ciudades para sentirse como espectador de un grotesco desfile, de muy mal gusto por cierto, fachadas de rebuscadas formas generalmente forradas de vidrios, con picos, círculos, pergolillas etc. con el único fin de crear un efecto y así poderse diferenciar entre ellos. No importan las condiciones del sitio, ni su historia, ni donde este ubicado, es decir ignoramos lo mas importante en nuestra profesión que es el Diseño Urbano, el respeto al peatón en la ciudad que estamos alterando.
Para los lectores que no son arquitectos, me tomarán como exagerado,
pero para los que si son, algo absorberán, lo vengo diciendo hace muchos años con la misma irritación, hoy por las violentas circunstancias creo que se hace imperativo repetirlo, más de una vez.
Los arquitectos, especialmente los que actuamos en Caracas, hemos de sentir pena frente a la sociedad contemporánea y no me atrevo a usar calificativo de lo que ella, en un futuro pensará de nosotros.
He hecho el símil con los automóviles admitiendo que, uno es inmueble y el otro es móvil, aún así creo válida la comparación. Los vehículos son mas llamativos cada año, bastante mas costosos y de peor calidad ya que la política de producción y comercialización se basa en que haya un prematuro deterioro para ser reemplazado a corto plazo y así sustituirlo por otro mas llamativo, de mucho mayor precio y … así sucesivamente.
Los edificios antes mencionados se deterioran, pues la mediocre técnica utilizada para lograr los efectos de moda, se refleja en la calidad de su construcción y envejecen también prematuramente, aquí el símil comienza a hacerse mas aceptable y me permite enfatizar lo que traté al comienzo.
La arquitectura colegas, es una disciplina cuya obligación básica es servir y respetar al ciudadano mejorando el ambiente que hemos modificado, Si contáramos con autoridades, esta actitud debería de ser reconocida para valorar y subir nuestra estima o penarla con máximo rigor.
Estamos quizás ante el cambio mas grande que nos ofrece la Historia Venezolana, ello me hace pensar en, cuando mi padres me educaban enseñándome a bañarme con el contenido de un tobo de agua aunque contáramos con el servicio del acueducto, caminar mas de treinta cuadras al día (para ir y regresar del colegio) y así ahorrar lo que me costaba el autobús y poderme comprar un helado.
No podemos seguir con la actitud que me ha obligado a escribir estas líneas, Huelga decir que no todos los arquitectos hemos de sentirnos aludidos, es mínima la proporción pero son los que han actuado.
Tenemos la gran oportunidad de demostrarnos que si somos capaces, ahora, cuando actuemos con el equipo planificador en la reconstrucción del nuevo Litoral pero, no olvidemos intervenir en el cambio que urge plantear para el rescate ambiental y de servicios en nuestras maltratadas ciudades, especialmente en Caracas.
De esta forma será que unidos con mística de dar y recibir colaboración podremos exigir la estructuración de las tan ansiadas Autoridades para el Ordenamiento Urbano, a escala nacional.
Estimados colegas, dejemos atrás tantos errores, hemos de esforzarnos a mirarnos hacia adentro “hagamos un minuto de silencio” y pensemos, ¿cómo vamos a actuar frente a este doloroso pero extraordinario reto en el cual estamos sumidos?
Hemos de sentir estar frente a una Nueva Arquitectura Nacional, que ha de ser honorable y de alta calidad profesional, es decir: tener mucho respeto al ambiente y al ciudadano, que sepamos trabajar en equipos junto a todas las disciplinas, con mucha inteligencia en cuanto a la inversión propuesta y que sea real orgullo el que sintamos cada vez que terminemos una obra, no para nosotros, sino para mejorarnos, poder avanzar y así ser respetados.